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martes, abril 01, 2008

Hoy Príncipe. . . ¿Mañana Mendigo?

Alguna vez, el príncipe Jefri Bolkiah de Brunei fue uno de los hombres más ricos del mundo. Pero ahora le preocupa que muy pronto podría quebrar y quedarse en la calle.

“Quieren que devuelva todo”, dijo, en medio de gigantescas pintura de paisajes holandeses y ondulantes ropajes dorados, en la cavernosa estancia de su villa londinense, donde reside con una de sus tres esposas y dos de sus 18 hijos. “No sabemos dónde vamos a vivir”.

El príncipe Jefri, de 53 años y hermano menor del sultán de Brunei, perdió una de las disputas familiares más pintorescas del mundo. Todo inició hace una década, cuando fue despojado de todas sus funciones gubernamentales, y más tarde las autoridades de Brunei lo acusaron de apropiarse en forma inadecuada de 14,800 millones de dólares del tesoro real.

El príncipe niega eso, pero no hay duda que dilapidó gran parte de ese dinero en su famoso estilo de vida sibarita. Compró mansiones en todo el mundo, reunió una flota de 1,700 automóviles de lujo y adquirió un yate de 55 metros de eslora al que bautizó Nipple, un vulgarismo que significa “pezón”.

Desde entonces, el sultán lo ha perseguido legalmente en tres continentes, para reclamar la considerable riqueza de Jefri. A fines del año pasado, el sultán obtuvo una decisiva victoria cuando Privy Council del Reino Unido, que atiende las apelaciones legales finales de Brunei, antiguo protectorado británico, dictaminó que el príncipe debía obedecer el acuerdo de 2000 y regresar casi todas las propiedades que le quedan.

La semana pasada, Jefri perdió el control del activo más valioso que le queda, el New York Palace Hotel, una opulenta propiedad de 55 pisos antes conocida como Helmsley Palace. El gobierno de Brunei asumió la propiedad del hotel a raíz de una orden de una juez de Nueva York. Pero ésta prohibió la venta de la propiedad hasta que haya un resultado definitivo de los procedimientos legales posteriores, y el príncipe impugnó el cambio en el control.

“Los hermanos deben convivir en paz”, dijo Helen Freedman, la juez de Nueva York, a los abogados de las altezas reales, enfrentados en una audiencia reciente. La juez amenazó, en broma, con referir el caso al tribunal de violencia familiar.

Con frecuencia, las familias ricas tienen ruidosos pleitos por el dinero. Los hermanos Koch de Kansas pasaron años en los tribunales en las décadas de 1980 y 1990, luchando por el gigantesco negocio de oleoductos de su familia.

En 2001, la familia Pritzker de Chicago decidió dividir su fortuna de 20,000 millones de dólares después de una amarga disputa entre primos y hermanos.

Pero la experiencia de Jefri representa una de las fortunas más grandes jamás perdida.

En la audiencia de Nueva York, uno de los abogados de Jefri, Philip Le B. Douglas, comparó la idea de que el príncipe trabajara para ganarse la vida con los aristócratas rusos que “se congelaron hasta morir”, luego de ser obligados a barrer las calles sin ropa invernal, después de la revolución de 1917. El príncipe, dijo Douglas, “ha tenido una riqueza inimaginable toda su vida. ¿Y ahora tendrá que vivir con grandes estrecheces?”

Los consejeros del sultán ya iniciaron los procedimientos legales para lanzar a Jefri de su mansión londinense, y ambas partes siguen peleando sobre el destino del Hotel Bel-Air, una propiedad de primera categoría, en las montañas de Los Ángeles, que aún es controlada por el príncipe.

“Paso mucho tiempo con abogados”, dijo suspirando el príncipe, un hombre agradable y de hablar educado, que luce un bigote bien recortado. Dijo haber “más o menos aceptado” regresar varios activos, pero que aún espera que su hermano el sultán le permita quedarse con el dinero suficiente para llevar una versión más modesta de su estilo de vida anterior.

El gobierno de Brunei no parece dispuesto a aceptarlo. “Su alteza firmó un acuerdo y debe respetarlo”, dijo Lindsay Marr, abogada en Londres de Brunei Investment Agency, un fondo de inversiones propiedad del gobierno. “¿Por qué se le debe permitir conservar una gran cantidad de dinero que, para empezar, no era suyo?”

El príncipe ha ya regresado miles de millones de dólares en propiedades, entre ellas el hotel Plaza Athénée de París, el yate, la colección de autos y más de 100 pinturas de Picasso, Renoir, Modigliani y otros. A fines del año pasado, entregó cinco raros diamantes, resguardados en una bóveda de Londres, y valuados en casi 200 millones de dólares.

Situada en el sudeste asiático, Brunei es una pequeña nación petrolera en la costa norte de la isla de Borneo, que tiene sólo 374,000 habitantes, rodeada por parte de Malasia. El sultán, Hassanal Bolkiah, es un monarca absoluto que gobierna este territorio islámico desde 1967. Forbes lo clasifica como el gobernante más rico del mundo, con una fortuna estimada en 22,000 millones de dólares.

Jefri es el menor de los tres hermanos del sultán. Durante años, fue ministro de finanzas y presidente de Brunei Investment Agency, que se encarga de invertir gran parte de la riqueza del país. Bajo su dirección, parte del dinero de la Agencia se destinó a mejorar la infraestructura de la nación, dijo.

Pero gran parte de los recursos fueron a las cuentas personales del príncipe. De acuerdo con los documentos judiciales, Jefri gastó 475 millones de dólares en autos Rolls-Royce, 78 millones en Pininfarina, la empresa italiana de autos deportivos y 900 millones en la joyería británica Asprey. Le gustaba tanto Asprey que en 1995 la compró por 385 millones de dólares. Una firma de su propiedad pagó 202 millones de dólares por el hotel Helmsley Palace en 1993, usando fondos de la Agencia.

La flota aérea real de Brunei, dividida entre el sultán y el príncipe, constaba de 10 jets, e incluía un Boeing 747 y un Airbus A-340, de acuerdo con los documentos del seguro de 1996. Una lista de 45 páginas de receptores individuales revela que muchas personas se beneficiaban de la generosidad del príncipe, desde ministros, parientes reales y sirvientes. Uno de sus suegros recibió 23 millones de dólares del fondo de la agencia; el entrenador de bádminton y el acupunturista de su alteza recibieron 1.8 millones de dólares cada uno.

El príncipe también reunió una colección de obras de arte de clase mundial. Por sus instrucciones, la agencia pagó 24 millones por un Manet y 20.5 millones por un Renoir, de acuerdo con los registros presentados en la corte británica. Sin embargo, su favorito era Edgar Degas: “Me gustan los colores brillantes y las pinceladas con fuerza”, dijo. De acuerdo con los documentos de la corte, por lo menos compró 21 pinturas del impresionista francés.

El príncipe parece conmocionado por la acusación de que malgastó 14,800 millones de dólares. “No es tan fácil esconder tanto dinero”, dijo. “Pregunto a los abogados, ¿adónde fue a parar?”
Algunos de los Rolls-Royce, dijo, eran usados como “flotilla de transporte” para las 20 casas de huéspedes reales de Brunei. “A los huéspedes les entregábamos dos autos, uno de repuesto, para que no tuvieran que rentar”.

El príncipe dijo que su hermano el sultán conocía gran parte de sus gastos. Por ejemplo, dijo que pasó varios años construyendo un extenso palacio frente al mar en Brunei, con un complejo deportivo. “Sabía que fue construido”, dijo el príncipe. “Mi estipendio gubernamental es de sólo 20,000 dólares mensuales. No se puede construir una casa con eso”.

Jefri dijo que, a veces, el sultán llegaba, luego de una de sus frecuentes partidas de bádminton y admiraba un Picasso o un Degas recién comprado. “Entonces decía, Bonita pintura. ¿Podrías mandarla hoy?’” al palacio del sultán, una edificación de 1,788 habitaciones que cubre 20 hectáreas.

Los mensajes que se enviaron a los funcionarios de Brunei en la embajada en Washington en busca de comentarios no tuvieron respuesta.

En 1997, la baja en los precios del petróleo provocó una crisis financiera en Brunei. Los empleados del sultán contrataron a los contadores de Arthur Andersen para auditar los libros de la agencia de inversiones, lo que condujo al despido del príncipe.

El príncipe no niega haber gastado algo del dinero de la agencia, pero dijo, en documentos de la corte, que el sultán también recibió miles de millones de dólares en “Transferencias Especiales” de la agencia a sus cuentas bancarias personales. El Privy Council británico, en su dictamen del año pasado, fijó el total en 8,000 millones de dólares.

En cierto momento, dijo el príncipe Jefri en una declaración, el sultán le pidió establecer una cuenta bancaria bajo un seudónimo, “para que el dinero no fuera rastreado hasta Su Majestad, o que pareciera que provenía de la agencia”. El príncipe dijo que, de esta manera, se le transfirieron al sultán 700 millones de dólares en una sola transacción.

En respuesta a los alegatos de Jefri sobre las finanzas del sultán, un abogado del gobierno de Brunei dijo, en una declaración de 2005, que eran “irrelevantes” y que no constituyen una defensa en contra de las afirmaciones de que el príncipe compró activos para su beneficio propio con fondos del Estado.

En mayo de 2000, Jefri acordó llegar a un arreglo por los cargos de apropiación inadecuada que Brunei presentó en su contra, evitando así la posibilidad de ser objeto de un proceso penal. A cambio del acuerdo del príncipe, de entregar casi toda su fortuna, el gobierno prometió permitirle mantener una residencia oficial y otra privada en Brunei, y acordó establecer un fideicomiso de 200 millones de dólares para cubrir ciertas obligaciones, pero no sus gastos personales.

Ambos bandos se acusan ente sí de violar el pacto. El gobierno de Brunei dijo que Jefri se ha negado a regresar las posesiones extranjeras más valiosas, como la villa de Londres, una suntuosa residencia en Place Vendôme de París, un fideicomiso en las Islas Caimán con más de 100 millones de dólares en efectivo, y dos hoteles en Estados Unidos. En total, el valor de estos activos quizá supere 1,500 millones de dólares.

El príncipe dijo que no debería devolver esos activos hasta asegurarse que el gobierno de Brunei cumpla lo prometido en el trato. Hoy, el gobierno controla sus casas de Brunei y hay una disputa sobre cuáles está obligado a regresar al príncipe. Éste sostiene que su residencia oficial es el palacio que construyó en la playa, que tiene el nombre de Assana. El gobierno no está de acuerdo, diciendo que la oficial es una residencia más pequeña.

En cualquier caso, Jefri dijo que recuperar los palacios de Brunei no le será de gran beneficio. Al estar exiliado desde 2004, no puede regresar a su país natal y “es difícil vender ese tipo de propiedades”. Preferiría recibir su valor en efectivo.

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